La Educación para la Salud (EpS) es toda aquella acción intencionalmente planificada para desarrollar un aprendizaje educativo, que procura la actuación sobre las necesidades sanitarias de las personas, grupos o comunidades y/o la optimización, promoción y potenciación del bienestar físico, ambiental o social.
La EpS es básica para promocionar estilos de vida que incluyan un mejor cuidado de sí y una mayor competencia personal y social. Desde el punto de vista de la prevención de enfermedades y de la promoción, la preadolescencia y adolescencia son etapas claves en las que se configuran los estilos de vida individuales y grupales y, por tanto, se desarrollan comportamientos saludables o perjudiciales.
Sin lugar a duda, los jóvenes de hoy en día viven en un mundo y en circunstancias muy distintas de las que les tocó vivir en su etapa de juventud a las generaciones pasadas. Los cambios experimentados en el orden de lo social, cultural, económico, político, demográfico son parte de la realidad, por lo que el concepto de Educación para la Salud (EpS) se vincula con numerosas discusiones, debido a su significado en la vida del individuo en los contextos citados.
Al hablar de EpS se encuentra que la misma tiene como finalidad responsabilizar a los ciudadanos(as) en la defensa de la salud propia y colectiva; es el instrumento de la promoción de salud, y por tanto es una función esencial de los profesionales sanitarios, sociales y de la educación.
El concepto de EpS tuvo su origen en 1948, y fue la Organización Mundial de la Salud (OMS) el primer organismo internacional en hablar de ella. En la actualidad, el mismo órgano justifica que la educación es un arma poderosa para romper el ciclo de la pobreza y la enfermedad. Con todo esto, la EpS supone una interacción necesaria, en la que se deben involucrar los comportamientos y las acciones humanas de los educadores y los educandos, en un proceso de formación permanente que implique interactuar para aprender los significados; dado que representaría la mejor estrategia para que los usuarios reciban una atención basada y centrada en su estilo de vida y no en sus problemas de salud. Es por lo tanto conveniente y pertinente fortalecer las estrategias y voluntades en temas como la implementación de la Atención Primaria en Salud (APS).
La OMS ha reconocido la singular importancia de la salud y el bienestar de los adolescentes y ha señalado la necesidad de asignar alta prioridad a los programas dirigidos a su fomento y restablecimiento, así como a la prevención de conductas de riesgo y enfermedades que afectan a este grupo, futura población adulta responsable de la producción social y la reproducción humana.
La EpS constituye un instrumento imprescindible en las tareas de prevención y promoción de salud para modificar conocimientos, actitudes y estilos de vida en temas priorizados, de acuerdo con los principales problemas identificados y en correspondencia con las necesidades educativas sentidas de grupos vulnerables. Precisando, que la intervención educativa en jóvenes, cuando aún no se han consolidado los rasgos del comportamiento, de rol y de los riesgos, favorecen los cambios deseados para alcanzar y preservar una salud integral y sostenible.
Desde ADARS entendemos que tanto la infancia como la adolescencia son los dos momentos más importantes para la difusión de nociones en materia de salud, los cuidados sobre enfermedades de transmisión sexual, la nutrición son algunos de los ejes. Educar en salud siempre lleva implícito un mensaje, pero no puede limitarse a brindar información de forma fría y mecánica, pues el conocer no lleva necesariamente incorporada la acción consecuente. La tarea de la EpS es mucho más abarcadora, va al desarrollo de necesidades, motivaciones y actitudes conscientes ante la promoción, prevención, conservación y restablecimiento de la salud, y en la medida de lo posible, poder lograr un cambio de comportamiento por el bienestar de todos.-