La atribución del infante a su bienestar está consagrada en el artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece que deben tener acceso a disfrutar del más alto nivel posible de salud y servicios sanitarios.
Las carencias en este periodo pueden acarrear una serie de consecuencias significativas en la adultez, influyendo en la calidad de vida y el bienestar general.
Algunas de las consecuencias más comunes son:
1. Problemas de salud crónicos durante la infancia, como la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial o enfermedades respiratorias crónicas, tienen un mayor riesgo de desarrollar estas mismas condiciones o complicaciones relacionadas en la edad adulta.
2. La salud en la infancia está relacionada con el desarrollo cognitivo y el rendimiento académico. Los niños que experimentan enfermedades crónicas, malnutrición o problemas de salud mental pueden tener dificultades para concentrarse, aprender y alcanzar su potencial educativo, lo que puede afectar sus oportunidades laborales y su calidad de vida en la edad adulta.
3. Los problemas de salud mental en la infancia, como la depresión, la ansiedad o los trastornos del comportamiento, pueden persistir en la edad adulta si no se tratan adecuadamente. Estos problemas pueden afectar la capacidad de la persona para mantener relaciones saludables, desempeñarse en el trabajo y disfrutar de una vida plena y satisfactoria.
4. La salud en la infancia puede influir en los hábitos y comportamientos de salud en la edad adulta. Los niños que experimentan una mala salud en la infancia pueden estar en mayor riesgo de adoptar estilos de vida poco saludables, como una dieta deficiente, la inactividad física, el consumo de sustancias nocivas o el tabaquismo, lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en la edad adulta.
5. La mala salud en la infancia puede perpetuar las desigualdades socioeconómicas a lo largo de la vida de una persona. Los niños que provienen de entornos desfavorecidos o que tienen acceso limitado a atención médica de calidad pueden experimentar una serie de desventajas que afectan su salud y bienestar en la edad adulta, incluida una mayor incidencia de enfermedades crónicas, menores niveles educativos y oportunidades laborales limitadas.
*Una mala salud durante la infancia puede tener efectos en la vida adulta de una persona, afectando su calidad de vida y oportunidades futuras. Es fundamental invertir en el bienestar de los niños desde una edad temprana para mitigar estos riesgos y promover un desarrollo saludable a lo largo de toda la vida.