Vivir muchos años, feliz, con buena calidad de vida y prácticamente sin enfermarse, tal vez sea uno de los máximos anhelos de la mayoría de las personas. El envejecimiento es inevitable, pero la condición con la que llegamos a la vejez depende de nuestras elecciones. A pesar de los avances médicos y el aumento de la esperanza de vida, vivimos en una sociedad longeva pero enferma, muchas personas delegan su bienestar en fármacos y sistemas sanitarios en lugar de asumir la responsabilidad de su propia salud, nos hemos acostumbrado a normalizar la enfermedad y tratarla con pastillas, en lugar de enfocarnos en la prevención.
Y asumimos que nadie desea vivir 100 años en malas condiciones, por esta razón, el concepto de longevidad cobra más relevancia que nunca: la capacidad de vivir una vida larga, más allá de la edad promedio, pero en buen estado. Esto nos lleva a plantear la gran pregunta: ¿qué está en nuestras manos para vivir más y mejor?
La edad cronológica es fija y poco podemos hacer al respecto, más allá de mentir sobre ella, en cambio, la edad biológica, que es el verdadero estado de nuestro cuerpo, órganos y células, es mucho más maleable, ya que en ella influyen diversos factores. Aunque la predisposición hereditaria, al menos con los conocimientos actuales, no puede modificarse, hay buenas noticias para quienes no han sido especialmente afortunados en la «lotería genética»: este factor solo afecta alrededor de un 15% del proceso de envejecimiento, el resto depende de nuestros hábitos y de las influencias externas.
Envejecer mejor es posible, según la ciencia, pero no es una tarea para el futuro, sino para empezar HOY. Cuanto antes se adopten medidas preventivas y hábitos saludables, mejores serán los resultados. Y hay un largo etcétera de cosas que hacemos mal… El ambiente en el que vivimos, los pensamientos, los alimentos que ingerimos, el contacto con la naturaleza, el tiempo que pasamos sentados y bajo techo, las horas de sueño nocturno, el agua y la frecuencia con que la bebemos, la exposición a la luz solar, los cosméticos, la crema de protección del sol que usas, las veces que comes al día, el déficit de algunas vitaminas, las relaciones sociales, el uso de la tecnología etc., influyen y determinan nuestra salud hoy y mañana mucho más de lo que jamás podríamos imaginar.
Claves para una vejez saludable
Llevar una vida saludable no es tan complicado como parece. Sugerimos tres pilares fundamentales:
Dormir bien: Un descanso adecuado de entre 7 y 9 horas diarias es crucial para el sistema inmune y el equilibrio metabólico, dormir menos regularmente puede llevar a problemas de salud graves, como diabetes y enfermedades neurodegenerativas.
Ejercicio físico moderado y constante: No nos hacemos viejos porque nos movemos menos, sino que nos movemos menos porque nos hacemos viejos. El movimiento es clave para el bienestar.
Alimentación equilibrada: Evitar el consumo excesivo de azúcar y alimentos procesados. Consumimos un 860% más de azúcar que nuestros ancestros.
*Para quienes sientan que estos cambios son difíciles de implementar, cabe recordar que no hay que hacerlo todo de golpe. Pero… el menor de los cambios puede generar la mayor de las respuestas.